lunes, 8 de octubre de 2007

Participación ciudadana1

PONENCIA DE MARCO MARCHIONI

1ª JORNADA COMUNITARIA DEL DISTRITO DE MORATALAZ

MADRID, 29 DE NOVIEMBRE DE 2002

En estos últimos veinte años y situándonos en la realidad de España, se ha dado un avance en lo que se refiere a la presencia de recursos técnicos y profesionales de diferentes ámbitos de ciencias humanas y sociales en las comunidades locales. Se puede afirmar con absoluta seguridad que jamás en la historia moderna ha habido tantos recursos cualificados para atender a las demandas y necesidades sociales de las poblaciones en su propio territorio de vida o muy cercanos a él.

Este panorama - positivo y en potencia muy favorable para un enorme avance social a todos los niveles y , también en potencia, universalmente utilizado- se ve complicado y a veces enturbiado por una serie de elementos o factores que de hecho disminuyen o complican este gran potencial y esta riqueza. Estos elementos pueden ser resumidos en los siguientes puntos:

Ø La dependencia de los recursos de diferentes administraciones o de diferentes sectores o áreas de las administraciones, en ausencia de una planificación global compartida, puede conducir a intervenciones sectoriales compartimentadas y a crear barreras innecesarias a la coordinación. Coordinación de diferentes aportaciones frente a demandas sociales cuyas causas son , naturalmente, diversas y entrelazadas entre sí , que es inevitable para conseguir los máximos resultados y beneficios.

Ø El imparable proceso de privatización de hecho - más allá del debate político e ideológico que puede generar- tiende inevitablemente a fragmentar ulteriormente las intervenciones y los actores.

Ø El aumento creciente de las demandas sociales ( determinado, bien por un a veces mal entendido derecho de la ciudadanía, bien por la aparición de nuevas problemáticas sociales, bien por el avance de de las ciencias humanas en general ) produce muy a menudo el hecho de que la mayoría de los recursos se vean absorbidos por la atención inmediata y fiundamentalmente individualizada, con consecuencias importantes tales como:

§ La imposibilidad de hecho de atender demandas colectivas

§ La imposibilidad de hecho de intervenir sobre las causas de las demandas.

§ La imposibilidad de tiempo, espacio y órganos de coordinación y de intervención compartida.

§ La imposibilidad de realizar intervenciones realmente preventivas .

§ La enorme dificultad para implicar correctamente a la población en procesos educativos y participativos absolutamente necesarios para invertir tendencias negativas y para conseguir resultados permanentes.

Todo ello nos lleva a afirmar que el enorme potencial de recursos existentes está siendo infrautilizado y que la respuesta a las demandas sociales no alcanza los objetivos que seguramente todo el mundo consideraría necesario en el nuevo contexto social y económico en el cual nos movemos.

Parece evidente que la realidad de las sociedades avanzadas es una realidad compleja y, podríamos afirmar, cada vez más compleja. Soluciones que hace pocos años nos parecían acertadas y adecuadas, se vuelven rápidamente obsoletas. Esto ocurre en todos los campos: se da un avance continuo en todos los ámbitos de las ciencias, y también como es natural en el ámbito de las ciencias humanas y sociales, que es el que nos interesa más directamente y en el que más directamente actuamos.

En este sentido, situándonos más propiamente en este ámbito, constatamos que estamos viviendo una época en la que perduran necesidades sociales como consecuencias de causas que ya han dejado de producirse, mientras en el horizonte cercano ya aparecen nuevas situaciones y nuevas consecuencias sociales, y para todo esto lo que habíamos preparado y organizado no nos parece que sea lo más adecuado.

Todo ello nos lleva a una primera conclusión que es al mismo tiempo una hipótesis de trabajo cara al futuro: tenemos que valorizar al máximo lo que tenemos y tenemos que aportar aquellos cambios necesarios para hacer frente a las nuevas situaciones y a las nuevas demandas. No podemos simplemente montar nuevas estructuras o nuevas organizaciones, no sólo por escasez de recursos, sino para evitar el peligro de aumentar servicios o programas desintegrados del resto y muy a menudo superpuestos, como ya en parte está ocurriendo. Para ello parecen esenciales, por lo menos, tres cuestiones que aquí sólo podemos presentar muy sintéticamente, y que son, en mi opinión, las siguientes:

§ La necesidad de una racional y eficaz integración interinstitucional que permita, a su vez, la integración de los niveles competenciales y de los recursos dependientes de los diferentes niveles de las administraciones públicas en un sistema autonómico extremadamente avanzado y , por ende, complejo.

§ Esta necesaria integración interinstitucional muy difícilmente se puede realizar en ausencia de un diagnóstico y de una programación a medio- largo plazo- también compartida- que permita afrontar las diferentes cuestiones con una visión global, superando las inevitables visiones sectoriales existentes.

§ Por último, a nivel funcional, la necesidad de una coordinación operativa que permita las necesarias sinergias para afrontar positivamente,y en parte prevenir, las consecuencias de procesos

económicos, políticos y sociales que directa o indirectamente afectan a la

calidad de vida de la población y a su posibilidad de desarrollo.

Uno de los niveles en los que se pueden realizar las condiciones anteriormente descritas es, sin duda, el nivel del territorio; mejor dicho, los ámbitos territoriales del municipio, asumido por fin como un referente clave para realizar en él procesos de respuesta avanzada a las nuevas necesidades sociales de la población.

En este sentido el distrito- y no los barrios- nos aparece como la dimensión social y administrativa más idónea, y el Ayuntamiento, en su organización a la vez central y descentralizada, como la administración más adecuada para dirigir - que no hegemonizar- el necesario proceso de reconversión, reorganización y coordinación que la realidad de hoy nos pide.

En este marco de complejidad y de necesidad de cambios aparecen, en mi opinión, tres elementos clave:

1. La absoluta necesidad de coordinación de los diferentes servicios públicos, privados y voluntarios que operan en el mismo territorio, aunque en ámbitos de intervención y competencia diferentes, y que por lo tanto se dirigen a la misma población.

Al tema de la coordinación dedicaremos luego algunas observaciones,

pero recordamos que la experiencia realizada en Moratalaz se presenta

como absolutamente innovadora y abre el camino a nuevas posibilidades

positivas.

2. La necesidad de poner en marcha procesos de medio- largo período que permitan realizar acciones asistenciales, promocionales y preventivas de manera conjunta y conexa, superando la actual fragmentación de programas específicos y proyectos particulares.

Una programación inter y multisectorial de medio-largo periodo permitirá integrar y valorizar los muchos recursos hoy aislados e inconexos, y así contribuir a mejorar sustancialmente situaciones sociales consideradas injustas o negativas, atendiendo también a las causas de las mismas y no sólo a sus consecuencias.

Por último estos procesos de mejora coordinada permitirán implicar

correctamente a la población.

3. Por demasiado tiempo, acaso sin quererlo, hemos educado a la población en

delegar en los profesionales y en los técnicos la solución de los problemas sociales, confundiendo la aportación científica y profesional con un abandono de sus propias responsabilidades como ciudadanos y ciudadanas.

Este hecho es hoy claramente visible en el tema educativo y también, creo yo, en el tema del cuidado de la salud.

Personalmente he definido esta actitud como delegación pasiva de la ciudadanía hacia el estamento técnico y también, muy a

menudo, hacia el estamento político.

Así que hoy aparece evidente que las nuevas demandas sociales no pueden ser afrontadas exclusivamente desde la perspectiva técnico-profesional, sino que tienen que ser afrontadas con la aportación directa de la población y con su participación activa (teniendo en cuenta que al hablar de población nos referimos siempre a una parte y no al conjunto de ella, ya que éste sería un planteamiento utópico e irreal).

Es decir, que tiene que darse una nueva relación entre el conjunto de recursos (técnicos, profesionales y científicos) y los representantes reales de la población. En este sentido también la experiencia de Moratalaz se manifiesta como muy importante y muy avanzada.

La necesidad de esta nueva relación entre recursos y población requiere de un trabajo técnico, es decir del trabajo profesional de un recurso de nuevo tipo que llamamos Equipo Comunitario, cuya función y misión fundamental es justamente crear las condiciones más adecuadas para que la población pueda participar, para que los recursos puedan coordinarse y para para que las relaciones entre los dos protagonistas sean correctas, dialécticas y no conflictuales.

La participación de la población tiene que empezar desde el diagnóstico social, y no cuando ya se ha decidido todo lo que hay que hacer, porque en ese caso la delegación pasiva es inevitable.

Ello requiere que los servicios y los técnicos trabajemos mucho más de lo que se hace hoy la metodología de la escucha y de la investigación participativa.

Y requiere luego que en los territorios existan organismos abiertos y democráticos realmente representativos de la población, como demuestra la experiencia del Grupo Comunitario de ......... Y esto, en general, hoy tampoco existe ya que la realidad del movimiento asociativo es bastante pobre y fragmentada en intereses particulares, y generalmente incapaz de llevar adelante proyectos compartidos. Pero esto no puede ni debe ser óbice para no buscar correctamente la implicación y la participación de la población.

Las nuevas demandas sociales y el peligro de dicotomización de la sociedad imponen estos cambios y estas nuevas maneras de enfocar la acción social en los territorios.

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