martes, 2 de junio de 2009

Aparato genital femenino


1 El Monte de Venus. El Monte de Venus es un tejido adiposo debajo de la piel justo sobre el hueso púbico. Por fuera, el área esta cubierta con vello púbico, que se desarrolla durante la pubertad y oculta la vulva.

2 Los labios mayores. Los labios mayores son dos pliegues adiposos de piel que se extiende del monte de Venus hacia abajo, formando los bordes exteriores de la vulva. Por fuera, están también cubiertos de vello.

3 Los labios menores. Debajo de los labios mayores se encuentran los labios menores. Son dos pliegues finos de piel dotados de una rica red de vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas, lo que les hace ser muy sensibles al tacto. Los labios menores se juntan en la parte superior formando un pliegue sencillo de piel que cubre el clítoris. Este pliegue es también llamado el prepucio o prepucio del clítoris, o simplemente la capucha clitorídea.

4 El clítoris. Se localiza debajo del Monte de Venus en el punto de encuentro de los labios menores. Es un órgano cilíndrico corto compuesto principalmente de tejido eréctil y de dos cuerpos esponjosos que pueden llenarse rápidamente con sangre y causar que el prepucio se endurezca y crezca en tamaño. Siguiendo hacia adentro, el cuerpo del clítoris se divide en dos extremidades, cada uno de las cuales se adhiere junto a un bulbo a cada lado de la vagina, y todas estas estructuras se hinchan bajo estímulo sexual. Esto también ocurre con el tejido esponjoso que rodea la uretra. El clítoris tiene prepucio y glande o punta.

5 El glande y el prepucio del clítoris. El glande del clítoris esta parcialmente cubierto por la capucha o el prepucio del clítoris. El glande es extremadamente sensitivo al tacto pues esta constituido con innumerables terminaciones nerviosas. A diferencia del pene, sin embargo, la cabeza excitada de clítoris no se sobresale sino que se retracta bajo su capucha o prepucio. El clítoris es fácilmente excitable por estímulo mecánico, y juega un papel esencial en la excitación sexual de la mujer y no tiene función reproductiva alguna.La longitud promedio del cuerpo del clítoris en su estado no excitado es menos de una pulgada y la mayor parte esta oculto a la vista. Sin embargo, en estado de excitación este se puede hinchar a dos veces su diámetro normal.

6 La vagina. La vagina es un tubo muscular sobre los 8 centímetros longitud que se extiende desde la cerviz hasta una apertura externa que es parte de la vulva. La vagina tiene tres funciones principales: proporciona un pasadizo para el flujo menstrual que proviene del útero hacia el exterior; es un receptáculo para el pene de un hombre y su evacuado de esperma, de ahí se mueve hacia la cerviz; proporciona un pasadizo para el bebé durante el nacimiento del útero al exterior. La parte más sexual de la vagina es su apertura vaginal que yace debajo de la apertura de la uretra 7 que, en la mujer es independiente de los órganos sexuales y es usada exclusivamente para la liberación de orina. La apertura vaginal es más grande que la de la uretra, aunque puede estar parcialmente cerrada por una membrana delgada llamada, el himen.

8 El himen. No tiene función biológica conocida, pero sí está ligado a la superstición, pues se le asocia a la virginidad, aunque no es así, ya que tiene normalmente uno o varios agujeros los cuales pueden ser elástico y así permitir la inserción de dedos, o aún la de un pene, sin desgarrarse; y lo contrario, se puede desgarrar por ejercicio físico o por uso de un tampón. Su desgarramiento puede causar cierta incomodidad inicialmente y hasta un pequeño sangrado, pero no existe ninguna razón para que las mujeres teman por un dolor extremo.
Fuente: fundación erosky.

Partes del órgano sexual masculino


PARTES DEL ÓRGANO SEXUAL MASCULINO

1 El pene. Es un órgano cilíndrico que contiene tejido eréctil. Para ser más preciso, contiene tres cuerpos esponjosos, dos corren paralelos en la parte superior y el otro corre por debajo. Este cuerpo inferior contiene la uretra (2) (el conducto por el cual se libera la orina y el semen). Las arterias del pene pueden llenar rápidamente los tres cuerpos esponjosos de sangre, y causan así que se endurezcan. Como consecuencia, el pene se vuelve erecto. Y viceversa: cuando la sangre sale el tejido esponjoso la erección se pierde. Las erecciones del pene son normalmente disparadas por excitación sexual, pero pueden ocurrir también por otras razones. Durante una erección, el pene crece en tamaño. Esto es posible porque la piel que lo cubre es muy suelta.

3 El prepucio. Al final del pene, la piel forma un pliegue ligeramente suspendido, conocido como prepucio. Este prepucio cubre normalmente la punta o cabeza del pene llamada el glande. En el caso de una erección, sin embargo, el glande sobresale del prepucio y se expone enteramente.

4 El glande. El glande es normalmente un poco más grueso que el cuerpo del pene, y su forma ha sido comparada con la de una bellota. En realidad es la extensión del cuerpo esponjoso, y contiene la apertura externa de la uretra. Como su superficie lisa está plagada de innumerables terminaciones nerviosas, el glande es extremadamente sensitivo al tacto, particularmente alrededor de su borde. El lado de abajo del glande esta pegado al prepucio por un tejido delgado llamado frenillo. Detrás del borde del glande y bajo el prepucio existen las glándulas que secretan una sustancia viscosa conocida como el esmegma. Si el prepucio esta apretado este esmegma puede acumularse y causar irritación. En todo caso, buena higiene personal exige lavado diario del glande y remoción del esmegma. Para esto el prepucio tiene que ser llevado hacia atrás.

5 Los testículos. Los testículos (glándulas o gónadas sexuales masculinas) se forman dentro del abdomen durante el desarrollo del embrión. Sin embargo, antes del nacimiento de un varón estos normalmente descienden al escroto (6) o bolsa testicular. En los hombres maduros los testículos son dos cuerpos de forma oval de cerca de cuatro centímetros en longitud y que están suspendido en dos sacos separados dentro del escroto, fuera de la cavidad abdominal. Aunque ambos testículos son de cerca del mismo tamaño, el izquierdo cuelga normalmente un poco más bajo y así pueda dar a la apariencia de ser más grande. Los testículos sirven para producir esperma que puede ser eyaculado por un el sistema de ductos genitales, y para producir hormonas que son secretadas directamente en la corriente sanguínea.

7 Los ductos genitales. Las células de esperma producidas en los testículos se transportan a su punto del derrame fuera del cuerpo por un sistema de ductos genitales. Estos ductos, que consisten de un par de sistemas iguales (en sucesión: epidídimo, vasa deferens y ducto eyaculatorio), salen de los testículos a la cavidad abdominal donde se unen finalmente a la uretra, por un tubo sencillo que sirve para descargar el esperma así como la orina.
Fuente: fundación erosky

Cómo hablar de la sexualidad en familia.



La educación sexual es un proceso que dura toda la vida. En función de la etapa de desarrollo existen distintos grados de interés. La educación sexual en la familia no se limita a explicar la reproducción. Debe mostrar cómo adquirir información, formar actitudes y valores sobre la identidad, las relaciones, la intimidad. Incluye el desarrollo sexual, la salud reproductiva, las relaciones interpersonales, el afecto, la intimidad, la imagen corporal y el género. La educación sexual concierne a las dimensiones biológicas, psicológicas y socio-culturales.

Cuando padres y madres quieren hablar con sus hijos e hijas sobre el sexo y la sexualidad, en la mayoría de las ocasiones surge la angustia sobre qué decir y cómo decirlo. La inseguridad está presente desde el comienzo. No se sabe cómo ni cuándo tocar el tema, y se evidencian dudas sobre los propios conocimientos y la veracidad de los mismos, sobre cuánta información ofrecer, qué datos son necesarios o cuáles innecesarios. A esto se suma la percepción de que nuestras criaturas no se hacen nunca suficientemente mayores, con lo que es difícil saber a qué edad hay que hablar de sexo.

Es bueno partir admitiendo que las principales causas del miedo y la resistencia a hablar de sexo con los hijos e hijas son los temores personales. El padre y la madre se encuentran en una situación en la que perciben la propia desinformación, dudan incluso sobre qué es en realidad la educación sexual y para qué sirve, se enfrentan a ideas erróneas e incluso falsas, y a la influencia de los medios de comunicación, que conduce muchas veces a tener una imagen distorsionada de la relación paterno/materno filial. Además, transmitir información sobre el sexo es exponer el sistema de valores. Por eso es tan importante conocerse previamente y, si es necesario, realizar un ejercicio de autoformación.

Informar, educar y orientar
Varios estudios demuestran que escolares y jóvenes que tienen confianza con sus padres y madres a la hora de hablar sobre sexo la obtienen porque confían en la comunicación en general. Ésta se ha adquirido porque se ha hablado de forma abierta de todos los temas que han surgido y porque se ha escuchado a lo largo del tiempo los puntos de vista de los diferentes miembros de la familia. En ocasiones se habrá dejado para más adelante una profundización de un tema, pero nunca se ha negado su existencia. Esta buena comunicación se ha demostrado como la herramienta más eficaz para evitar comportamientos de riesgo en relación con el sexo, incluso los datos demuestran que la iniciación es más tardía y desde una perspectiva más segura y libre.

Admitir la incomodidad si la hubiera
Mientras más información tengan los padres y madres sobre la sexualidad, con más confianza hablarán con sus hijos e hijas. Si los padres y madres se sienten inseguros por su falta de conocimientos, pueden acudir a un libro. Tampoco está de más consultar con un profesional de la salud o de la educación que consideren preparado, o solicitar consejo a alguien a quien se confiera autoridad. Si los padres y madres sienten incomodidad ante la perspectiva de abordar este asunto, lo más adecuado es decirlo y admitirlo, por ejemplo, de la siguiente forma. "No me siento muy cómoda/o cuando surge el tema del sexo porque nunca lo he hablado en mi familia. Pero yo quiero que hablemos sobre cualquier tema -incluyendo el sexo-. Así que, por favor, si tienes alguna duda, pregunta. Y si yo no conozco la respuesta, te prometo que voy a investigar".

Al niño o la niña, no sólo hay que explicarles la etapa que están viviendo, también hay que anticiparse al futuro inmediato y anunciarles los cambios
¿Cuándo hay que hablar?
De sexo hay que hablar con los hijos e hijas desde una edad temprana, porque no se pueden improvisar vínculos de comunicación cuando se considere oportuno y pertinente. Si así se hace se corre el riesgo de llegar tarde a entablar una relación que permita exponer puntos de vista de toda la realidad, o de parte de esa realidad, y se conviertan en tabú algunos temas, entre los que los relativos al sexo son quizá los más sensibles. Además, la enseñanza de conceptos sobre sexo requiere de un flujo de información suave y continuo que otorgue un cierto grado de anticipación. Por ejemplo, cuando se enseñen las partes del cuerpo, algo muy común cuando se aprende a hablar y cuando se comienza a señalar las cosas de las que se conoce la palabra, no hay que olvidar el pene ni la vagina.

Tomar la iniciativa
Es pertinente que la familia tome la iniciativa. Si no ha formulado pregunta alguna sobre la sexualidad, hay que aprovechar cualquier oportunidad que surja. No se trata de mantener una conversación artificial, pero sí de estar atento a la necesidad de sacar a colación el tema, porque aunque no sea a través de su familia, el niño o la niña van a estar en contacto con la sexualidad, y conviene no negarlo. Por ejemplo, ante el comentario de que la madre de uno de sus compañeros de escuela está embarazada, se pueden hacer preguntas como las siguientes: "¿Te fijaste en que la barriguita de la mamá de David crece cada vez más? Lo que sucede es que ella va a tener un bebé y el bebé está dentro de su vientre. ¿Tú sabes cómo llegó ahí?". A partir de ahí, el niño o la niña puede comenzar a preguntar y a exponer comentarios que sin duda habrá oído. Luego sólo queda permitir que la conversación siga su curso, e incluso procurar que no decaiga el interés y, gracias a que se han pensado con anterioridad los mensajes que se quieren transmitir, aprovechar para hacerlo.

Explicar la verdad sobre "la cigüeña"
Si bien a nuestros hijos e hijas se les ha de explicar las circunstancias biológicas relacionadas con el sexo, también deben comprender que las relaciones sexuales implican cariño, atención y responsabilidad. Al tiempo que se explica la cópula, es necesario comentar los aspectos emocionales de una relación sexual. De esta forma se dota de una herramienta emocional que ayudará a tomar decisiones y resistir la presión de entender el sexo como algo oculto, frívolo o maligno. Cuando el niño o la niña se hayan familiarizado con el concepto de la relación sexual con penetración como un acto que procrea, y también como una demostración de amor, será el momento de incluir mensajes relacionados con las responsabilidades y las consecuencias de la actividad sexual. Por ejemplo, las conversaciones con escolares de 11 y 12 años de edad deben incluir reflexiones sobre la libertad a la hora de elegir una pareja con la que vivir una relación sexual, la importancia de que esa relación sea consentida y de que se llegue a ella con alegría y con seguridad. También es el momento de hablar de embarazos no deseados y de la posibilidad de usar métodos anticonceptivos. Estas conversaciones se deben repetir a lo largo del tiempo. No nos podemos conformar con dar una sola lección teórica. El mensaje es complejo, la formación va cambiando conforme pasan los meses y la capacidad de entender lo que se transmite se amplía. Las dudas van surgiendo, y conforme surgen conviene solventarlas.

Al niño o la niña, no sólo hay que explicarles la etapa que están viviendo, también hay que anticiparse al futuro inmediato y anunciarles los cambios
Anticiparse a las etapas del desarrollo
Los niños y niñas pueden asustarse y confundirse con los cambios repentinos que experimentan sus cuerpos cuando llegan a la pubertad. Para poner fin a sus inquietudes, hay que explicar y conversar no sólo sobre la etapa de desarrollo en la que estén, sino sobre las siguientes. Entre los 8 a 10 años de edad tienen la madurez suficiente para comenzar a escuchar conversaciones sobre la menstruación, tal vez de forma más precisa en las niñas porque les interesará más debido a que ellas serán protagonistas de ese cambio. Igual sucede con los cambios que experimentarán sus cuerpos en el futuro, como el hecho de que al niño le saldrá barba, y a él le interesa saber por qué pasará eso.

Dar a conocer los propios valores
Tenemos la responsabilidad de dar a conocer nuestros propios valores sobre el sexo. Incluso si no los adoptan cuando crezcan, por lo menos los conocerán y les servirán de referencia a medida que luchan por establecer su propio sistema de comportamiento.

Hablar con los hijos e hijas del sexo opuesto
Algunos padres se sienten incómodos cuando hablan de sexo con sus hijas, e igual sucede a las madres con sus hijos. Aunque es comprensible, no puede servir de excusa para eludir la conversación.

Dialogar sin angustia
No hay que preocuparse si no se conocen todas las respuestas a las preguntas. Lo que se sabe es mucho menos importante que la manera en la que se responde. Sabrá que no hay temas de conversación prohibidos en su hogar.

Proporcionar información precisa y adecuada según la edad de los hijos e hijas
Los mensajes dirigidos a los hijos e hijas deben adecuarse a la edad y a su personal desarrollo. Se tiene que tener en cuenta su grado de comprensión, su madurez intelectual y las inquietudes concretas que exprese, que son diferentes en cada cual. Para tener una idea de a qué edad hablar de los distintos temas podemos consultar los libros escolares, en ellos aparecerán los temas relacionados con la sexualidad, en caso de que no aparecer recordar que en muchos libros de 3º de Educación Secundaria Obligatoria ya aparece todo lo relacionado con la educación afectiva sexual, los métodos anticonceptivos, salud sexual, homosexualidad etc.

En resumen

- La educación sexual debe ser parte del proceso familiar, educativo y social de preparación para la vida.

- El ejemplo de nuestras actitudes tiene mucho más peso que nuestras palabras.

- En la medida de lo posible, no conviene contradecir lo que se dice en casa con lo que se afirma en el colegio. Los criterios han de ser comunes tanto en los contenidos como en el modo de darlos. Y si no lo son, hay que explicarles que algunas personas piensan de una forma y otras tienen una opinión distinta.

- Los padres, madres y personas educadoras han de adquirir suficiente conocimiento sobre la sexualidad para trasmitir ideas claras y precisas.

- Hemos de repasar nuestras actitudes y comportamientos sexuales, para evitar posibles conflictos entre lo que decimos y lo que hacemos.

- Nunca es demasiado tarde para aprender a disfrutar y a vivir la sexualidad. Muchas veces, la obligación de tener que educar sobre ella sirve para solventar dudas y ampliar conocimiento.

- Se requiere tiempo y paciencia para responder a las preguntas relativas al sexo.

- Hay que enseñar que toda conducta (sexual o no) que tenga que ver con los genitales ha de desarrollarse en la intimidad. No hay que impedir que la realicen, pero hemos de indicarles los lugares apropiados.

- Es importante que les enseñemos a conocer y apreciar su cuerpo y les ayudemos a satisfacer la curiosidad que les producen los cambios en su cuerpo y el de los demás.

- Si así se quiere, se pueden utilizar materiales de apoyo (películas, dibujos, láminas) o el propio cuerpo para explicar. No toda la información ha de ser verbal.

- Se debe adecuar la información al nivel madurativo del niño o niña, a su ritmo de aprendizaje y a las necesidades que se proyecten.

- Es beneficioso fomentar hábitos higiénicos, de autonomía y de responsabilidad en la vivencia de la sexualidad.

Modelos sexuales

En nuestros días los conceptos relacionados con el sexo se hallan por todas partes, se habla de sexualidad (la mayoría de las veces de oídas), se usa el sexo como reclamo de venta, ya sean coches, alcohol o ropa, y los medios de comunicación subrayan de manera ostentosa aquello que puede tener un toque morboso o de escándalo sexual. Pero, en paralelo, hay muy poca cultura sexual. Para lograrla resulta muy útil reivindicar la educación sexual en los términos en que lo expuso la Organización Mundial para la Salud (OMS):

"La educación sexual debe abarcar mucho más que la información. Debe dar una idea de las actitudes, de las presiones, conciencia de las alternativas y sus consecuencias. Debe de aumentar el amor, el conocimiento propio, debe mejorar la toma de decisiones y la técnica de la comunicación". OMS, 1983

Según las palabras del filósofo Maurice Merleau Ponty formuladas en 1975 para referirse a la sexualidad, "hablar de sexualidad humana es hablar de la esencia misma del ser humano". Esta visión supone un punto de partida a la hora de conocer, estudiar y profundizar en la sexualidad humana en general y de la educación sexual en particular. Debemos tener presente que cuando nos referimos a la educación sexual se ha de tener una visión completa de la complejidad del ser sexuado, y partir de la consideración de que la sexualidad es una parte integral de la personalidad de todo ser humano. Su desarrollo personal pleno depende de la satisfacción de necesidades humanas básicas, como el deseo de contacto, de intimidad, la expresión emocional, la búsqueda del placer, la ternura y el amor. Asimismo, hemos de tener presente que la sexualidad se construye a través de la interacción entre el individuo y las estructuras sociales, y que el desarrollo pleno de la sexualidad es esencial para el bienestar individual, interpersonal y social.

La educación sexual sigue siendo la asignatura pendiente de nuestro sistema educativo. Como materia no está integrada de modo formal en el sistema curricular y, sin embargo, cada vez es más necesario difundir conocimientos que logren cambiar ciertas actitudes sexistas que subyacen en dos auténticas lacras sociales: la violencia sobre las mujeres y la violencia sexual. Para erradicarlas es muy necesario procurar una buena educación sexual.

A lo largo de la historia reciente se han puesto de manifiesto diferentes modelos de educación sexual que conviven en nuestros días, entremezclándose y distorsionando mensajes. Debido a sus habituales contradicciones y a la ausencia de delimitación de sus fuentes, lo que debería ser una disciplina se ha convertido en discursos con trasfondos ideológicos que hacen difícil concretar enseñanzas y teorías.
El modelo que considero a utilizar es el siguiente:
Educación profesionalizada, democrática y abierta
Se basa en posturas plurales de ideas, en el rigor científico y en actitudes democráticas, abiertas y tolerantes. Se insiste en la búsqueda de una ética personal ligada a la práctica sexual y a la asunción de actitudes responsables en relación a la misma. Este modelo quiere serlo desde el respeto por la pluralidad y la diferencia. Sus objetivos generales son:
- Transmisión de una visión globalizada y positiva de la sexualidad humana.
- Conocimiento del propio cuerpo y sus posibilidades como receptor y productor de placer.

- Posibilitar cambios de actitudes, conductas y valores sobre la sexualidad humana.

- Promoción de la calidad de vida, merced a un acceso a toda la información y orientación necesaria sobre la temática sexual.


Otros modelos que existen y que personalmente pienso que no se deberían utilizar son :

Educación tradicional
Este modelo tuvo su mayor auge en Europa durante el siglo XIX y mantuvo una notable influencia en nuestro país hasta no hace muchos años. Algunas de sus características son:

- La procreación es el principal objetivo de la sexualidad, esto deviene en que se defiende la sexualidad como una característica que se desarrolla a partir de la adolescencia y termina al final de la madurez (etapa fértil), por lo que se niega la sexualidad infantil y la de los ancianos.

- Liga el placer a la sexualidad del varón y el sentimiento a la sexualidad de la mujer.

Educación higienista
El objetivo de esta educación es evitar riesgos inherentes a la actividad sexual. Se insiste en la abstinencia fuera del matrimonio o en el uso de métodos preventivos eficaces (según la ideología). No aporta una revaloración ética de la sexualidad y fomenta su visión negativa con el refuerzo de la idea de peligro asociada a la práctica sexual.

Educación procreadora
En este modelo, la educación depende de una antropología y una moral de determinadas creencias religiosas. La información se presenta de modo sesgado y moralizador. Otorga a la procreación toda la importancia y niega la anticoncepción. Ofrece un valor negativo a la masturbación, la homosexualidad y las relaciones prematrimoniales. Niega el derecho al placer y considera la sexualidad como un mero medio para un fin superior: la procreación.

Educación para la revolución sexual y social
Consecuencia de posturas ideológicas combativas, los contenidos que propone para desarrollar una educación se mezclan con militancia política. En términos generales, sus planteamientos no tienen base científica y sí ideológica por lo que su transmisión puede encuadrarse en una postura vital pero no sirven de base de una educación plural y rigurosa. Aporta a la cultura la defensa de igualdad de derechos sexuales en el hombre y la mujer, e inspirada en los planteamientos de Freud, reconoce la importancia crucial de la sexualidad en el desarrollo de la persona, en todos sus niveles emocionales y psicológicos.
Fuente: basado en "La educación sexual y derechos sexuales". Fundación Erosky.

Cómo informarnos de la sexualidad.



Antes de recabar información sobre la sexualidad es necesario realizar una reflexión sobre cuáles son nuestras actitudes sobre el sexo y la sexualidad. Como nuestro entorno, nuestra educación y nuestra cultura han conformado el modo de ver y vivir la sexualidad, hemos de preguntarnos si estamos de acuerdo con ello, y en qué creemos realmente. En la manera de vivir la sexualidad no hay normas. Cada persona es libre de sentirse satisfecha con aquello que siente y gusta. No existe una buena sexualidad y una mala sexualidad en términos doctrinales. La única condición para poder juzgarla es la libertad desde la que se ejerce. A partir de ahí, si encontramos una significativa disonancia entre cómo vivimos nuestra sexualidad y cómo nos gustaría vivirla, habremos de pensar que hay que promover cambios profundos. En esta reflexión puede servir de ayuda hacerse las siguientes preguntas:

1 -¿Cuáles son mis actitudes, conductas y valores en relación a la sexualidad humana en general?

2 -¿Cuestiono los roles sexuales tradicionales y el modo de relacionarse hombres y mujeres entre sí? ¿Los modelos otorgados al hombre sexuado y a la mujer sexuada los considero ecuánimes y justos?

3 -¿Tengo conocimiento de mi propio cuerpo? ¿Conozco sus posibilidades como receptor y productor de placer?

4 -¿Entiendo la sexualidad como fuente de promoción de amor, respeto, crecimiento personal y libertad en mí y en los demás?

5 -¿Tengo y trasmito una visión inflexible de la sexualidad humana, y quiero cambiar esta visión?

Conocidas las respuestas y detectadas las contradicciones en las que incurre la gran mayoría de las personas, surge el reto de buscar un modo más satisfactorio de vivir nuestra sexualidad. Ese reto es el punto de inicio de una búsqueda. Nos podemos ayudar:

- Con lecturas científicas, serias y amenas sobre sexualidad humana.

Ante la perspectiva de abordar un tema sexual con nuestros hijos e hijas se puede ser franca y admitir la sensación de incomodidad y las ganas de superarla
Disponemos en España de buen material desde hace años, pero es importante ojear los volúmenes que pueden despertar el interés y comprobar que coinciden con nuestros planteamientos.

- Intercambiar opiniones con nuestra pareja, familiares y amistades sobre los descubrimientos que hagamos en estas lecturas atreviéndonos a compartir nuestra realidad, trascendiendo el chiste fácil, única alusión socialmente utilizada para hablar de sexo. Sería deseable que fuéramos capaces de ir promoviendo un discurso normalizado sobre la sexualidad.
Fuente: basado en "La educación sexual y los derechos sexuales" Fundación Erosky.